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A nuestros amigos: el más bello secreto del año (****)

Adrián Orr logra un majestuoso ejemplo de cine veraz construido desde la voz más íntima y sincera de sus protagonistas

Sara Toledo en un momento de A nuestros amigos.
Sara Toledo en un momento de A nuestros amigos.MUNDO
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Hay películas que riman y en su sonoridad en pareado anuncian, por qué no, revoluciones por venir. A nuestros amigos, de Adrián Orr, comparte con La mala familia, de Nacho A. Villar y Luis Rojo, la actitud, la verdad, el rigor y la certeza de algo nuevo. La segunda de ellas fue estrenada hace tres años, en 2022, y ahora mismo es uno de esos secretos que gusta compartir. Como el que divulga la solución para todos los males incluido el de, en efecto, la familia. Aquella era (y es) una película que contaba la historia de Andresito (¿dónde estará ahora?) y sus amigos. Todos, o casi, inmigrantes (sea de forma real o sobrevenida) en una España que les es tan propia, tan cercana e indistinguible de lo que son y de lo que quieren ser, como enconadamente hostil. A nuestros amigos es otra cosa. La nueva propuesta de Orr (antes director de una maravilla que atendía al nombre de Niñato) cuenta cómo unos colegas de barrio, que empiezan como adolescentes y acaban como algo mucho peor (es decir, adultos), crecen. Y lo hacen juntos. Y lo hacen apoyándose y doliéndose unos en los otros. Digamos que las dos películas comparten un aire de familia en lo que tiene de ceremonia y celebración de lo común, de lo de todos, de lo justo.

Pero lo relevante no es tanto el argumento, que también, como el modo en el que ese argumento cobra vida y sentido. Lejos de contarnos nada, A nuestros amigos (como antes que ella La mala familia) se cuenta a sí misma y, por azares de la veracidad y el rigor, acaba por describir con una precisión que asusta y entusiasma a la vez la propia mirada del espectador. Nos cuenta. Estamos ante un ejemplo proverbial de cine que toma la palabra en vez de darla, que se hace dueño del mecanismo de representación para ofrecer más. Y ese dato o valor añadido es algo tan básico y necesario como una señal (quizá solo eso, una señal) de justicia, de esperanza y hasta de verdad. Decía Godard que "el cine es lo único que nos ha dado un signo. Los demás nos han dado órdenes". En verdad, el cineasta francés de las frases redondas no se refería a todo el cine sino a esa parte de él que está ahí para descubrirnos el mundo, para hacerlo más grande, para hacernos mejores. Es un cine secreto, lejos de los imperativos del marketing y a distancia de los caprichos de la moda, pero que nos obliga a compartirlo porque, no lo duden, es signo de futuro. Es así.

La protagonista es Sara Toledo. Cuando empieza la película estudia para la Evau y está a punto de cumplir 17 años. Cuando acabe todo, tendrá 23. Más de cinco años le ha llevado a Orr completar este prodigio. Por el camino, Sara se tropieza con un grupo de teatro y ahí descubre un universo vetado (que no solo distinto) al día a día de sus amigos y de la mecánica, llamémoslo así, de los barrios del extrarradio de las grandes ciudades. A nuestros amigos es claramente una película política por lo que tiene de revelación de una sociedad mal construida, injusta, cruel con la mayoría y extremadamente amable con los responsables de la injusticia. Se habla de desclasamiento y de clase obrera, se habla de la memoria de los cuerpos y de la dificultad de arrancar de sí el estigma de la pobreza. Y por ello, A nuestros amigos importa y es importante. Pero aún lo es más por la voz y la posición que adopta, que no es la de la admonición condescendiente o la del caritativo empático. No, A nuestros amigos crece ante la mirada como una provocación de cine veraz, impulsivo, colectivo, emocionante y hasta perfecto. Sin duda y desde ya, el más bello secreto del año. Compartámoslo.

Director: Adrián Orr. Intérpretes: Sara Toledo, Pedro Izquierdo, Paula Mirá, Manuel Cantelli. Duración: 88 minutos. Nacionalidad: España.